Crítica cinematográfica. Xiana Vázquez. 4º

Los juegos del hambre
nuevo trailer de la película.
Los juegos del hambre es una película maravillosa. Inicialmente, no está recomendada para menores de doce años y trata las aventuras de una joven en un juego cruel y macabro. Pero, aún así, no creo que esté dedicada a chicos y chicas de doce años especialmente. Es mucho más. En el filme, exageran la diferencia de clases de tal manera que la clase alta llega a parecer ridícula. La inundan de color, ironía e ignorancia. En el Capitolio, mausoleo de las clases altas, millones de personas descerebradas y forradas de oro admiran y ríen la muerte de veinticuatro personas cada año. Se ríen de su pobreza y los tratan como muñecos incivilizados que jamás apreciarían un buen plato de comida (en cierto modo, es cierto, jamás lo vieron). Al tiempo, se destaca el ambiente de pobreza de los últimos distritos de una lista de doce. Estos son la casa de los pobres, de los que luchan por comer y sobrevivir cada día. Esto, junto con la oscuridad, el polvo, la tristeza, la amargura, el hambre o el silencio describen el entorno y las personas de las clases bajas.
 
El 'juego' se desenvuelve en un campo de batalla ficticio. Las parejas de cada distrito escogidas para luchar a muerte, deben acabar con la vida de sus inocentes contrincantes para poder salvar la suya. A pesar de todo, deben fingir estar orgullosos de ser los elegidos, los tributos, para conquistar la ayuda de unos ricos que se divierten viéndolos morir. Deben luchar, asesinar friamente, esconderse como lagartijas, morirse de hambre  y al final,  alegrarse de una victoria por vivir. Mientras, los no afortunados se pudren por dentro en sus casas rezando para no ser los siguientes.
 
Toda esta estratagema no es más que un 'reality show' en el que los efectos especiales no son más que los que contribuyen a acabar con la vida de los jóvenes.
 
Acaso enseña algo más que crueldad, fassedad e individualismo? Es, sin duda, una película dedicada a un público reflexivo que aprecie las similitudes  de la ficción con el mundo real.