El pie izquierdo no me quiere hacer ni caso, pues desde aquel día tan horrible, en ese lugar inolvidable, a aquella hora inexplicable, ocurrió lo inesperado. Aquel hombre vestido de negro, con un cadáver en los brazos me atizó con un hacha, pero falló. Corrí y corrí hasta que me caí, debido a eso, mi pie izquierdo, se quedó atrapado, para siempre.
Aida Mayo Blanco
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