Veo junto a su reloj unos números grabados en su piel. Ella era muy despistadilla, pero esa hora la quería recordar fuese como fuese. Después de tantos esfuerzos y tantos fallos en las citas, al fin habían quedados para estar solos. A las ocho, en la plaza.Te quiero. Eso estaba escrito en la pequeña y arrugada notita.
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