LA SAGA CREPÚSCULO
Llámenlo necio fanatismo, absurda admiración o, simplemente, fuente de alimento para los frikis, pero nadie puede negar u obviar el éxito mundial conseguido por La Saga Crepúsculo, nadie. Desde el 2005, millones de personas se han maravillado de la más oscura y jamás imaginada cara de la noche.
Stephenie Meyer es la culpable de este gran fenómeno de masas que les ha robado el pensamiento a millones de adolescentes ‒entre los que sin duda me incluyo‒ y, por qué no decirlo, a algún que otro millón de adultos también, generando una potente histeria que ha perdurado hasta la actualidad y sigue en adelante. Meyer nos presenta el Crepúsculo como nunca antes lo habíamos percibido, con una rica fusión de romances e intrigas altamente pasionales. Ésta es, hoy en día, una de las más aclamadas autoras por, mayoritariamente, el público juvenil, con incluso la posibilidad de llegar a desbancar a J.K. Rowling y su mundo mágico. Stephenie no debe ser considerada como una escritora del género de terror, sino que su genuino terreno es el romance.
Jamás podremos comparar la calidad y el talento plasmado en una de las más divulgadas obras inspiradas en la vida vampírica, Drácula de Bram Stoker, con la innovación y originalidad de Stephenie en La Saga Crepúsculo, pues la primera es inimitable. Pero, a pesar de tratar un mismo tema, debemos reconocer la habilidad de Meyer a la hora de crear algo nuevo y, en gran medida, libre de plagios. En su obra, Stoker crea una atmósfera trepidante y tenebrosa, basándose principalmente en notas periodísticas, telegramas y cartas. Lo que Stephenie ha conseguido con su amplio campo de imaginación es convertir lo que con frecuencia suele ser oscuro y sombrío en algo relativamente hermoso, simplemente humanizando una familia de vampiros, capaces de llegar a ser como nosotros.
Puede que suene, como ya se ha dicho, friki, pero mi opinión, la que seguramente coincide con la de millones de personas, es tan respetable como la de un no fanático.
Los Cullen son descritos como mismísimos dioses del Olimpo dotados de unas portentosas habilidades físicas y mentales además de una belleza extremadamente deslumbrante, nunca mejor dicho. Su incesante intento de no dañar la vida humana les lleva a revelarse contra su propia naturaleza, alimentándose así de la sangre de animales, motivo por el cual se denominan a sí mismos como vegetarianos, aunque más de uno haya caído en la tentación bermeja.
Muchos dicen que la de Stephenie Meyer es una burda copia de Anne Rice, la cual creó un universo vampírico original.
Mi opinión es completamente opuesta. Rice describe un aspecto terrorífico de la vida vampírica relatando los encuentros sexuales con las futuras víctimas de los espectros. Lo que Meyer hace es plasmar la repentina obsesión de un joven vampiro, Edward Cullen, quien jamás se había sentido atraído por el significado del amor, lo que le lleva a convertirse en el protector de una joven propensa a verse involucrada en situaciones de peligro, Bella Swan, definida por Edward como un imán para los problemas. El don del vampiro para leer mentes no funciona en la de la joven, lo que se suma a su interés por ella.
Lo que quiero decir con esto es que Stephenie maquilla el deseo explanado en la obra de Anne con un romance auténtico y hermoso. También he de decir en mi contra que no he leído ni a Rice ni a Stoker, así que mi opinión sobre ellos no es del todo válida, pero pienso hacerlo y así confirmar mis suposiciones.
Mi objetivo con esta crítica no es, ni mucho menos, cambiar la mentalidad de la gente, pues tampoco creo que pudiese conseguirlo, pero sí que me gustaría aportar mi granito de arena. Acepto que algunos la ignoren, la desconozcan ‒algo improbable debido a su gran popularidad‒ o no la admiren al igual que mi persona, pero no comprendo el rechazo de gente que ni tan siquiera se han dignado a documentarse o a darle una única oportunidad. Estoy segura de que con un poco de voluntad propia, lograríamos subir el marcador de touchdowns que ha dado el indiscutible fenómeno de La Saga Crepúsculo.
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