Ojo por ojo
Al diablo le he visto en mi vida ya un par de veces. La primera, de ello hará quince años, cuando mi primer marido osó levantarme la mano. La segunda, hace sólo un momento, después de que tú hayas hecho lo propio. Soy tan poquita cosa, que por aquel entonces nadie sospechó de mí, del mismo modo que nadie lo hará ahora. Es más, al igual que en aquella ocasión, el pueblo entero acudirá a darme el pésame, cuando lo que merezco es que me feliciten. Y no intentes escabullirte, que no te va a servir de nada.
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