Por fin quietas. Paralizadas después de tanto tiempo. Totalmente inmóviles, ya no sufrían. Sus facciones las delataban. Las encontró agarradas, prácticamente en los huesos, dentro de una choza.
Ellas ya sabían cuál iba a ser su destino y les gustaba. La esperaban. Querían morir, liberarse. Cuando lleguó, sonrieron. Por fin descansaron en paz.
De Andrea Lestón
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